Por Benny Rodrigue: A propósito de un artículo de nuestro amigo y colega Alejandro Santana, titulado: “Medio de Comunicación y Vinculación Política, en el que hace fuertes cuestionamientos a sus propios compañeros, sobre cosas que, a nuestro modo de ver está herrado, nos permitimos, aguardando su comprensión, hacerle algunas puntualizaciones que creemos lógicas.
Toda información o comentario, obedece a una o varias intenciones, algunas de ellas expresas, otras, quizás en mayor cantidad, implícitas. Esto, quiere decir, que no hay información por información. Cuando escribimos lo hacemos por algo y para algo. Cuando escribes o comentas, afecta algún interés o, más bien, reflejas en ella alguna posición político – ideológico.
Los periodistas, entonces, descalificados por nuestros propios colegas, siempre encontraremos quién o quiénes nos critiquen o se sienta molesto, aludidos por alguna información o comentario que hagamos. Lo interesante, sería no caer en esas pretensiones porque debemos hacerlo despojado de toda presión.
De lo que se trata, por tanto, no es discutir sobre la capacidad o limitación del ser humano para conocer la realidad, sino de ir más allá, es ir sobre los límites del entendimiento, dirigiendo la reflexión a la voluntad del que informa, del que comenta y preguntarle:¿cuáles son sus intenciones expresas y cuáles las implícitas al momento de informar o de escribir?
Victoria Camps reflexionando sobre el asunto, observa: “lo que el buen informador debe proponerse, no es tanto ser objetivo o cuanto creíble. Habida cuenta que la credibilidad supone un esfuerzo sostenido: no se consigue confianza ni el prestigio, de un día para otro”.
Partiendo de la construcción que hace Victoria Camps inferimos que la credibilidad es un proceso mucho más exigente que la objetividad misma que, entendemos, demanda de un esfuerzo sin pausa para buscar y obtener la verdad de los hechos, al igual que el control de nuestras intenciones.
El periodista, el comunicador o quien se involucre en el proceso de la comunicación, debe actuar como guía que, a través de la información o del comentario, permite a la sociedad identificar sus propósitos y crecer en la importancia, así como en el sagrado deber de ofrecer una información creíble y libre de todo prejuicio.
Ahora bien, sus noticias, sus comentarios, cumplen una función política, con todo lo que ello significa en términos de poder, de interacción con la sociedad, de orientación de su historia, pues como ya lo ha dicho Sócrates: “El hombre es un animal, político y social” que, partiendo del planteamiento de Sócrates, en reiterados momentos asumimos posiciones políticas e ideológicas, pero no nos damos cuenta.
Lo que debe primar en el que hace la función de periodista o de comunicador es cumplir con la ética, tratar ser lo más objetivo posible, imponerse como meta o como norma la objetividad, que nos llevan al equilibrio en la que el periodista es, a la vez, imparcial y comprometido con el interés general.
El pensador checo Pavel Kohout, decía que un ciudadano libre es un ciudadano co – dominante, lo contrario de ser dominado por una elite, es decir, el ciudadano libre es creación del poder democrático, el dominado es el resultado de una fuerza tiránica y, en la formación de ese ciudadano libre, una información libre es tan necesaria como el agua o el aire para los seres vivos.
José Julián Martí y Pérez, prócer cubano dijo: “La prensa debe ser examen y la censura, nunca el odio ni la ira que no dejan espacio a la libre emisión de las ideas. Nunca se acepta lo que viene en forma de imposición injuriosa; se acepta lo que viene en forma de razonado consejo”.