Lago Enriquillo y Turismo.



Por Jose Antonio Matos Peña.- A diario, escuchamos y leemos opiniones en el sentido de que la desgracia de la crecida del lago Enriquillo debe aprovecharse para el turismo y la crianza de peces, y aunque estamos de acuerdo con que son riquezas que deberían aprovecharse, y más, deberían haberse estado explotando con mucho tiempo de antelación, y posiblemente, esa presencia y acción, habría llamado la atención que nosotros hicimos, en cuanto al nivel de crecimiento del mismo, y la solución que vislumbramos, con lo cual no estuviera al nivel que se encuentra.



Lejos de aumentar el potencial turístico con su crecida, el Enriquillo lo ha disminuido, ya que el potencial no es solo la inmensidad de aguas de tonalidad azul, que en el Mar Caribe hay más, si no que los atractivos que lo rodean, en su otrora encantadora vuelta, contentiva de innumerables atractivos, unos desaparecidos bajo sus aguas y consecuencias, y otros en los mismos derroteros.



La encantadora agua azufrada situada frente a los petroglifos, en el Iguanario, bajo más de 12 metros de aguas, cientos de metros de arenas en playas, las Iguanas en proceso decadente, los Cocodrilos ven cada día más pequeño su hábitat, y empujados por el crecimiento, llegan a los entornos del hombre,

Con un espejo de aguas, que ronda hoy en día, los 400 kilómetros cuadrados, en fin, la flora y fauna en vía de extinción, junto a plantas endémicas, atractivos sin igual, un inmenso caudal de humedales, balnearios y aves en proceso decadente, en todo su entorno.



Junto a este martirologio de efectos, sumando la desnutrición, el desempleo, y la secuela de falta de ofertas gastronómicas criollas, que suman la enajenación a los productores agropecuario de más de 323 mil tareas de terreno en producción, más de 4 mil unidades vacunas, en los últimos cinco años y un promedio de pérdida de leche, que supera los 4 millones de litros año, que en dinero, representa más de 72 millones de pesos dominicanos por año.



La explotación pesquera y turística es necesaria, pero la compensación, falacia, la solución, urgente, y ella es, desvío de las aguas correspondientes a la Bahía de Neiba, procedentes de San Juan, que faltan en ese ecosistema marino, cuna también de un turismo que es consustancial con el de la hoya del lago Enriquillo.



Esta agua, son el 75% de las que anteriormente iban por el aliviadero de Canoa, que dejaron de ir, para convertirse en este gran desequilibrio que representa una crecida vertical del lago Enriquillo, ascendente a más de 1400 centímetros en 8 años aproximadamente.