El lago Enriquillo se ha extendido cien kilómetros cuadrados en adición a su tamaño normal.
Esta alarmante noticia fue revelada por el viceministro de Medio Ambiente, Eleuterio Martínez, uno de nuestros más laboriosos ambientalistas.
La teoría de que el lago está reclamando su cuenca ha llenado de inquietud a sus pueblos aledaños, toda vez que ven amenazados sus territorios.La situación actual de los lugareños es preocupante. La pérdida de sus predios agrícolas y la falta de apoyo para reanudar el cultivo de la tierra, los ha obligado a hacer proezas para ganarse el diario sustento.
Además, la constante y silenciosa expansión del lago sobre lo que era tierra firme está afectando, incluso, la dimensión territorial de las provincias Independencia y Bahoruco.
Donde hasta hace pocos meses se cultivaban importantes cantidades de plátano, yuca, guineo, auyama, tayota, batata, guandules, maíz, arroz, aguacate, coco y otros rubros agrícolas, hoy sólo se posan frágiles embarcaciones para atrapar pequeños peces.
La flora y la fauna natural de la zona ha ido desapareciendo, y lo peor es que actualmente no se conocen planes concretos ni estrategias para dar respuesta al peligro que entraña la expansión del lago y la suerte de los dominicanos y dominicanas que sobreviven en su entorno.
Es hora de que a las instituciones a las que les compete enfrentar este caso asuman la situación del lago Enriquillo como una urgencia nacional, a cuyo estudio y solución deben consagrarse nuestros mejores técnicos y especialistas en el futuro inmediato